lunes, 1 de febrero de 2021

Un respiro en Breitenlee


Mientras seguimos en vilo aquí en Austria, esperando a que el gobierno empiece a relajar algunas restricciones, nosotros recurrimos a la actividad que más nos está ayudando a mantener la calma y la estabilidad emocional, que no es otra cosa que salir a caminar y a respirar aire fresco. Están siendo ya demasiadas horas delante del ordenador, ya sea dando clases online o en reuniones sobre diversos temas. Se está empezando a hacer todo más cuesta arriba, aunque, al menos, los días tienen cada vez más horas de luz, lo que anima más si cabe a recorrer rincones nuevos. Hace una semana y pico, por ejemplo, estuvimos en la zona de Brietenlee, en el distrito 22, caminando por la ruta llamada de Franz-Karl-Effenberg, un político local fallecido en 2005, que fue consejero de distrito y presidente de la asociación Naturfreunde (Amigos de la Naturaleza). Este camino también forma parte de las rutas de senderismo de Viena. Concretamente, esta es la número 10.















La ruta Franz-Karl-Effenberg comienza y termina en la parada del autobús de las líneas 24A y 85A llamada Breitenlee Friedhof, a la vera del cementerio del mismo nombre. El itinerario cubre unos 7 kilómetros que se recorren de manera fácil (es totalmente llano) en menos de 2 horas. La mayor parte del sendero transcurre por zonas de campo sin demasiada vegetación y partes urbanas. En todo este terreno se tenía pensado edificar la que iba a ser la mayor estación de tren de Europa, al final de la Primera Guerra Mundial, pero el proyecto se tuvo que detener a raíz de la crisis de la posguerra, en 1925.



Uno de los puntos más notorios en este circuito es el vertedero de Rautenweg, cuya montaña de estiércol, de 75 metros de altura, lo convierte en el punto más alto del distrito. Por lo visto, aquí campa a su aire un grupo de cabras montesas de Salzburgo. El lugar se puede visitar, previo registro, aunque en este momento, como casi todo en Viena, se encuentra cerrado al público. En esta página se puede encontrar más información.

A la mitad del camino, justo en el paso subterráneo de la vía del ferrocarril, se supone que está el punto donde se puede sellar la Wanderpass, pero nosotros no encontramos nada. Igual la han cambiado de sitio o, simplemente, se la han llevado. Así que nos quedamos sin sellito esta vez.

Por un sendero en línea recta se va bordeando el pequeño bosque Norbert Scheed, en el que, con un poco de suerte, podréis ver algún animalillo salvaje despistado. A continuación, la ruta entra en una zona asfaltada con pequeñas parcelas y un estanque. A partir de aquí hasta el final es todo acera. El último punto de interés es la pequeña iglesia parroquial de Santa Ana, construida en 1699.


El paseo, a pesar de no transcurrir por una zona demasiado atractiva, nos dejó con buen sabor de boca y nos sirvió, sobre todo, para darnos un respiro y desconectar de la rutina del teletrabajo y el confinamiento. Estas excursiones son muy necesarias, sobre todo en las circunstancias que estamos viviendo. Es un privilegio poder tener circuitos de senderismo tan a mano.

Buen comienzo de mes y mucha suerte con el inminente inicio de esta nueva desescalada. Ánimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario