viernes, 24 de junio de 2022

Final con sorpresa

Tal y como me ocurrió hace dos años, en aquel aciago curso 2019-20, esta vez tampoco podré estar en el colegio en la última semana de clase. Tras tres dosis de vacunas, múltiples cuidados, prudencia, e intentando llevar una vida saludable para así fortalecer mi sistema inmunitario, finalmente el pasado lunes sucumbí al COVID. Es casi impósible saber con seguridad dónde y cómo me contagié, pero sospecho que fue en alguno de los eventos en espacios cerrados a los que asistí en la semana anterior. En todo caso, lo importante es que ya hace días que me siento bien. Estoy esperando el resultado de otra PCR hoy, para ver si puedo terminar mi cuarentena. Mientras continuo aislado, escribo esta última entrada de la temporada para repasar brevemente lo acontecido por aquí desde finales de agosto del año pasado.














El curso académico comenzó con cierto optimismo. Los casos de COVID parecían no ser muy numerosos y en el aire flotaba la sensación de que estábamos cerca del final. Eso nos animó a continuar viajando después de nuestras vacaciones en España, visitando primero Eslovenia, luego Hungría y, a final de octubre, Albania, uno de lugares más recomendables que en los que he estado últimamente. Las expectativas en lo que a la campaña de vacunación en Austría se refiere eran todavía halagüeñas, pero semana tras semana se fue viendo que la resistencia a inmunizarse en este país era más grande de lo que pensábamos. La tensión entre el sector antivacunas fue en aumento y las manifestaciones de protesta se sucedían cada fin de semana al tiempo que otra ola se iba acercando conforme las temperaturas iban bajando.















De nuevo un otoño difícil. Los intentos de reapertura y regreso a cierta normalidad se volvían a truncar debido a la llegada de una nueva variante del COVID que en aquel momento nos sonaba al planeta de película de ciencia ficción de serie B: Omicrón. Volvían las cancelaciones de eventos sociales, las cuarentenas, los controles exhaustivos, los periodos de enseñanza online, etc. El acelerado aumento de los positivos marcaría también nuestras navidades, que celebraríamos en España. Casi todas las personas que pensaba visitar allí tuvieron algún caso de COVID en su entorno cercano, por lo que tuve que cancelar la mayoría de encuentros. Aún con todo, no lo pasamos nada mal esos días.















Y cuando ya pensábamos que la situación no podía ser más anómala y preocupante, el pasado febrero estalló la guerra en Ucrania, un terrible conflicto que, por mucho que el interés de los medios haya disminuido, sigue destrozando la vida a miles de personas, especialmente en la región de Donbás. Aquí en la aparéntemente apacible Viena, nuestras acciones también se vieron en parte afectadas por esta tragedia. Empezamos a colaborar con una ONG ayudando a los niños de las familias de refugiados que a día de hoy siguen llegando a la ciudad, yo retomé mis clases de ruso para facilitar la comunicación con estas personas, y hasta hace unos días estuvimos alojando a una gran amiga que llegó de Kiev en busca de un futuro mejor. Todo ello, sumado a otras circunstancias laborales y personales, iba generando un nuevo estado de estrés emocional que permanecería hasta hace pocos días.















Pillar el COVID justo en la última semana de curso ha sido una faena, pero hubiera sido peor de haberme contagiado unos días antes, durante los días en los que mis padres han estado en Viena de visitar. Por suerte, estuve totalmente disponible para este momento tan especial y que, sin duda, ha sido de lo mejor de la temporada. No era solo su primera vez en Viena sino fuera de España. Hasta ahora no se habían aventurado a salir al extranjero, más vale tarde que nunca. Tengo que decir que les ha encantado la experiencia y se han llevado una impresión genial de Viena. No podía ser menos de la, de nuevo, ciudad más habitable de todo el mundo.






Tensiones e incertidumbre aparte, este segundo curso en Viena nos ha servido para afianzar la decisión que tomamos cuando optamos por este destino para continuar nuestra vida tras escapar salir de Kuwait. Nos sigue gustando Viena y, de momento, nuestros planes pasan por vivir aquí durante mucho más tiempo, y no imaginamos mejor escenario para seguir creciendo y disfrutando.

Espero que tengáis un merecido descanso estival y que recuperéis toda la energía posible para seguir siendo personas extraordinarias, que tanta falta hacen. Feliz verano y mucho amor.

¡Hasta agosto!

domingo, 12 de junio de 2022

Con mucho orgullo

Según informaba el diario austríaco Kurier hace unos días, en una biblioteca de Viena, donde iba a celebrarse un evento de lectura de cuentos relacionados con el respeto a la diversidad sexual, un grupo de radicales tapiaron la entrada del recinto en señal de protesta. En el muro podía leerse la inscripción #nopridemonth (no mes del orgullo). Actos de odio y homofobia como este, que suelen considerarse casos aislados, no son más que la punta del iceberg de una actitud de rechazo generalizada hacia lo diferente que todavía se percibe en nuestra sociedad. Por ello, eventos como el desfile del orgullo, que se celebró ayer en la capital austríaca, donde además de una fiesta es una oportunidad para la reivindicación y la protesta, siguen siendo más necesarios que nunca.





El desfile del orgullo o Regenbogenparade (traducido como “desfile arcoiris”) se lleva celebrando en Viena desde 1996, y desde entonces ha ido atrayendo a miles de participantes que cada año llegan desde diferentes partes del mundo. En esta edición, según las cifras oficiales, acudieron más de 250000 personas. Más allá de que es un evento totalmente inclusivo, donde cualquiera puede unirse independientemente de su orientación sexual o identidad de género, y su carácter festivo, no se puede olvidar que el día del orgullo es una fecha en la que se recuerda la lucha del colectivo LGBTIQ+ por defender sus derechos y libertades. Es también una ocasión para protestar contra los prejuicios y la discriminación que todavía sufren estas personas en muchos países del mundo, algunos de los cuales penalizan la homosexualidad como el caso de Catar, donde se jugará el próximo mundial de fútbol ante la mirada cómplice de gobiernos e instituciones.






Aunque Viena sea una ciudad aparentemente inclusiva para el colectivo LGBTIQ+, en Austria las actitudes hacia la homosexualidad y la aceptación de ciertos derechos como el matrimonio o la adopción, son más bien conservadoras en comparación con otros países más inclusivos según las encuestas, como España, Dinamarca o Países Bajos. Según el último Eurobarómetro en 2019 sobre la aceptación social de personas LGBTIQ+ en la Unión Europea, un 30% de los austríacos se oponen al matrimonio homosexual, un 40% de sienten incómodos al ver a dos hombres mostrarse afecto en público (34% si son dos mujeres), y un 24% se sentirían incómodos si su compañero o compañera de trabajo fuera una persona transgénero.
Podéis consultar el informe completo en este enlace



 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una de las mejores formas de combatir la discriminación y los prejuicios asociados a las personas LGBTIQ+ es a través de la educación, trabajando la diversidad y el respeto a todo el mundo independientemente de su sexualidad. En mi escuela en este mes estamos trabajando el tema de la diversidad en las familias y también los estereotipos y los roles de género con el alumnado de Primaria. Las clases están yendo muy bien y las reflexiones y discusiones están siendo muy interesantes. Espero que sirvan para prevenir conductas de odio en el futuro. Si alguien está interesado en materiales didácticos que cubran estos temas, aquí dejo este enlace de un programa llamado “Ready, Set, Respect” con planes de clase y materiales para Primaria. 

Dos de los libros que estoy utilizando















Y por supuesto, si no queremos que la intolerancia y el odio campen a sus anchas por nuestros espacios públicos, no apoyemos ni les demos altavoz a aquellos grupos políticos que hacen del rechazo al diferente su bandera. Volviendo a la noticia del principio, este incidente fue reivindicado por un grupo identitario de extrema derecha. Se vienen elecciones por Andalucia, que no se nos olvide la responsabilidad que conllevan nuestros votos.

Que paséis un feliz mes del orgullo y que ojalá nadie os tenga que decir nunca a quién amar, qué decir, qué vestir, a qué jugar, o en qué trabajar en función de vuestro sexo.


Fuentes:

 


lunes, 6 de junio de 2022

El palacio de los sueños

La emperatriz Elisabeth, más célebremente conocida como Sissi, era, como dicen en mi tierra, un culillo inquieto. Era una gran aficionada a los viajes y apenas paraba en Viena, lo que mosqueaba un poco a su marido, el emperador Franz Joseph. Este, cansado de las constantes idas y venidas de su esposa, decidió construirle un palacete de verano en las afueras de la capital con la esperanza de que Sissi pasase más tiempo cerca de él. Se trataba de la Hermesvilla, llamada así por la estatua del dios Hermes que hay en sus jardines. Hoy día acoge un interesante museo que visitamos hace poquito.


El proyecto de construir la Hermesvilla fue asignado al prestigioso arquitecto Carl von Hasenauer, que diseñó varios de los edificios de la famosa avenida Ringstraße, y que invirtió cinco años de su vida en terminar el encargo de Franz Joseph para Sissi. No fue hasta 1886 cuando la pareja imperial empezó a pasar parte de la primavera y el verano en las estancias del palacete, enclavado en pleno parque natural de Lanzier (que ya repasé en esta entrada), que en aquella época servía como coto de caza de la aristocracia austríaca.


En el interior del museo Hermesvilla se conservan fotografías de algunos miembros de la dinastia de los Habsburgo, objetos personales y varios documentos de valor histórico, al igual que gran parte de los muebles y decoración original de las estancias, donde participaron artistas de renombre como Gustav Klimt.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tras años de decadencia, con el edificio sufriendo saqueos y prácticamente defenestrado, en el año 1963, el palacio volvió a hacerse popular gracias a una película titulada “El milagro de los sementales blancos”, dirigida por Walt Disney. En este film se cuenta cómo se evacuaron los caballos lipizanos de la escuela de equitación de la capital austríaca durante la Segunda Guerra Mundial, y muchas de sus escenas se rodaron en la Hermesvilla. Al poco tiempo del estreno, empezarón los trabajos de restauración que se prolongaron hasta mediados de la década de los 70 del siglo pasado.







 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Si sentís curiosidad por la figura histórica de Sissi, la Hermesvilla es un sitio que no puede faltar en vuestra lista. Además, la visita se puede acompañar de un buen paseo por el Lainzer Tiergarten. No es fácil llegar si usáis transporte público pero el trayecto os merecerá la pena. ¡Que lo disfrutéis!

Fuentes: