No es de extrañar que en una ciudad como Viena se puedan encontrar lugares tan fascinantes como el que visitamos hace una semana y al que dedico la presente entrada. Se trata de la Prunksaal, o salón de ceremonias, de la Biblioteca Nacional de Austria, y que se considera una de las principales joyas del arte barroco europeo.
La entrada a la Prunksaal se encuentra en Josefplatz, justo debajo de una imponente estatua de Atlas, y forma parte del palacio imperial de la dinastia de los Habsburgo. En su interior se conservan más de 200000 volúmenes de diferentes temáticas y épocas históricas. Algunas de las obras más famosas se muestran en vitrinas separadas, como la Tabula Pentigeriana, un mapa de vías romanas que data del siglo XIII. Hay además cuatro enormes globos terráqueos del siglo XVIII que ilustran tanto los cuerpos celestes como los terrestres. La sala también alberga exposiciones temporales (en estos momentos hay una sobre mapas e ilustraciones del Danubio que acaba el 30 de enero).
Más allá del valor histórico y cultural de las obras almacenadas, la sala principal de la Biblioteca Nacional tiene un remarcable atractivo a nivel artístico, como se puede apreciar en los frescos que decoran la estancia, los cuales reflejan a través de diferentes alegorías la gloria y el esplendor de los emperadores austríacos. En concreto, en el fresco del centro se representa a Carlos VI, cuya estatua ocupa el centro de la estancia.
Desde su inauguración, en 1726, la Biblioteca y su sala principal han resistido revoluciones, saqueos, guerras e incendios, como el de 1992, donde, gracias a la acción de los bomberos y un buen número de personas que voluntariamente ofrecieron su ayuda, se logró salvar la preciada colección (Paco Bernal lo cuenta con más detalle en este artículo en Viena Directo).
Las sensaciones que se experimentan en el interior de la Prunksaal para alguien que ha nacido, crecido y que espera también reproducirse algún día entre libros, van desde el embelesamiento hasta la impotencia por no poder estar algo más cerca de las gigantescas estanterias y no tener la oportunidad de explorarlas con más detalle. Como es lógico y esperable, solo se permite a los visitantes observar los volúmenes desde la distancia.
Aparte de la Prunksaal, la Biblioteca Nacional está compuesta por cinco museos (el de Literatura, del esperanto, de las esferas, de los papiros, y el de Historia Contemporánea) a los que se accede de forma separada, y que seguro merecen la pena visitar. Podéis encontrar más información sobre todos estos lugares en la página oficial de la Biblioteca Nacional de Austria, tanto en inglés como alemán: www.onb.ac.at
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