Llegó el último día de nuestro viaje, el cual reservamos para subir a la imponente fortaleza de Hohensalzburg, divisable en todas las vistas panorámicas de la ciudad. Al terminar, todavía nos quedaron algunas horas para una breve visita al cementerio de San Sebastián y dar un paseo por los jardines de Mirabell antes de montarnos en el tren a Viena. Aquí va el repaso de otra épica jornada.
Situada en la cima de la colina de Festunsberg, la fortaleza de Hohensalzburg es el castillo enteramente conservado más grande de toda Europa Central. Se empezó a construir en 1077 y fue ampliándose a través de diferentes periodos históricos hasta el siglo XVI, manteniendo el mismo estado hasta nuestros días. Su finalidad principal era proteger a los príncipes-arzobispos de posibles ataques, ya sean de tropas extranjeras enemigas o de sus propios súbditos.
Además de disfrutar de las excepcionales vistas desde los miradores del castillo, en las diferentes estancias se pueden acceder a algunos pequeños museos como el de marionetas o el del regimiento Rainer. Otros puntos de interés a destacar serían la sala de torturas, la armería o las habitaciones de los príncipes. A la fortaleza se puede acceder tanto a pie como con el funicular, operativo desde 1892, que sale de Festungsgasse.
Bajando
de nuevo al centro histórico, paramos en el Café Mozart con el objetivo de
probar el postre más conocido de Salzburgo: el Nockerl. Consiste en un dulce
hecho con huevo, azúcar glasé y arándanos, y cuya forma simboliza las tres
montañas que rodean la ciudad: Mönschberg, Kapuzinerberg y Nonnberg. Delicioso.
De camino al palacio Mirabell, pasamos por el cementerio de San Sebastián donde yacen enterradas personalidades como el padre y la esposa de Mozart, y el príncipe-arzobispo Wolf Dietrich, al que está dedicado el mausoleo del patio central del recinto. Cerca de una de las esquinas a pocos metros de la entrada principal está también la sepultura de uno de los padres de la medicina moderna, Teofrasto Paracelso. Este famoso médico y alquimista, entre otras ocupaciones, nació en Suiza pero estuvo residiendo en diferentes ciudades europeas, entre ellas Salzburgo, donde finalizaría sus días.
Tumba de Paracelso |
Como colofón, las últimas horas de nuestro primer viaje en siete meses las disfrutamos en otra de las localizaciones más conocidas de “Sonrisas y lágrimas”: los jardines del palacio Mirabell. Aquí es donde se encuentra, por ejemplo, la fuente de Pegaso, alrededor de la cual la novicia María y la prole del barón Von Trapp canturrean la canción de “Do, Re, Mi” y su selvático animal.
Y hasta aquí Salzburgo, ciudad a la que esperamos volver en un futuro. Si queréis encontrar más información sobre la ciudad, sus lugares más emblemáticos y las actividades que podéis hacer aquí, os recomiendo la página de https://www.salzburg.info que la tenéis, además, en español. Espero que la podáis disfrutar tanto o más de cómo lo hicimos nosotros.
En la siguiente entrada volveré a hablar de Viena y sus rincones. Hasta entonces, os deseo una feliz semana y una pronta vacunación.
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