Hemos empezado este 2021 de la misma manera que acabamos el año anterior, es decir, confinados y con las mismas restricciones que hace 2 semanas. La situación actual parece que se mantendrá al menos hasta el 24 de enero, aunque, viendo el nuevo aumento de casos tras la “salvación” navideña, no me extrañaría que el cierre de restaurantes, bares, tiendas y centros culturales se extendiera unos días más de lo previsto. Mientras tanto, nos siguen quedando las caminatas por la naturaleza, ya sea por parques en la ciudad o por espacios naturales, como las colinas que rodean Viena. Esta vez vamos a la de Hameau, dentro del parque Schwarzenberg (que significa “montaña negra”, en alemán), que en su día llegó a ser el jardín paisajista más grande de Europa.
Para llegar al punto de partida se debe tomar el tranvía 43 y bajarse en la última parada, Neuwaldegg, en los confines del distrito 17. Desde aquí comienza un circuito que acaba en el mismo lugar y que tiene una extensión de 10 kilómetros y medio (aproximadamente unas 4 horas incluyendo paradas para tomarse algo). La primera parte transcurre prácticamente en línea recta por un boulevard flanqueado por hayas y abedules, y algunas estatuas que formaban parte de lo que en su tiempo fue un majestuoso jardín, propiedad de la aristocracia austriaca. El parque pasó a ser de propiedad pública en 1958.
La subida hasta la cima de Hameau (termino francés que significa “aldea”) atraviesa ya la zona de bosque conocida como Wienerwald (“bosque de Viena”) con algunos tramos que pueden resultar escurridizos en días húmedos pero que no se hace para nada dura. En el punto más alto se conserva una de las cabañas que en su día poblaban la zona llamada Holländerdörfl, o “aldea holandesa”, ya que las casitas que aquí había estaban diseñadas al estilo holandés de la época, es decir, con un arbolito plantado enfrente de la cabaña. La única construcción que queda en pie es la que pertenecía al primer propietario de este terreno, el conde Franz Moritz von Lacy, aristócrata y militar del siglo XVIII. Hoy día, esta construcción se utiliza como refugio y, quizás también, como improvisado picadero.
El descenso desde el claro de la cabaña es muy sencillo y agradable, transcurriendo gran parte del camino por caminos pavimentados. Para los que coleccionáis los sellos del Hiking Pass, no os olvidéis de pasar por el restaurante de Häuserl am Roan, aunque tendréis que esperar unos días o semanas hasta que vuelvan a abrir (el día que fuimos acababa de entrar en vigor el cierre de la hostelería, por lo que nos quedamos con las ganas de sellar).
Restaurante Häuserl am Roan |
Sigue en pie la idea de organizar algún recorrido con más gente, pero vamos a esperar a ver cuando se pueden volver a hacer reuniones sociales con normalidad. Estamos abiertos a diferentes propuestas. Por suerte, la oferta de senderismo en este país es inmensa, esta es una de las cosas que más valoramos aquí.
Espero que estéis teniendo un buen inicio de año. Muchos ánimos y paciencia, que ya mismo estamos otra vez de jarana.
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