sábado, 16 de enero de 2021

Vigías de hormigón


Hubo un tiempo, del que mucha gente no quiere ni hablar, en el que Austria estuvo controlada por Hitler y las tropas del Tercer Reich, entre 1938 y el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Fue durante esta terrible contienda cuando fueron construidas unas monstruosas torres de cemento (las llamadas Flaktürme en alemán) con el objetivo tanto de defender a la ciudad de ataques aéreos como de refugiar a los ciudadanos en su interior haciendo las veces de búnker. Estas construcciones se mantienen en pie en Viena en tres partes de la ciudad como vestigio de uno de los periodos más tristes de la historia reciente del país.



Las torres antiaéreas fueron dispuestas en parejas, con una de ellas (Leitturm, literalmente “faro”) con funciones de vigilancia y radar para detectar enemigos, y otra torre (llamada Gefechtsturm o “torre de combate”) donde se colocaban los cañones antiaéreos o Flugabwehrkanonen, de donde viene la abreviatura Flak.

Quizás las más famosas y visibles sean las del parque Augarten, donde las enormes moles grisáceas contrastan con el apacible ambiente que se respira en el césped y en los caminos del complejo. Es aquí donde se encuentra la más alta de todas, de unos 55 metros, decorada con algunos grafitis, como el de “Never Again”, como recordatorio de que no debemos dejar que esos oscuros años se repitan.




No tan conocidas son las dos torres que hay en Arenbergpark, en el distrito 3. Una de ellas, la torre Gefechtsturm, se utiliza hoy día como almacén de obras de arte. Es también dramático el contraste entre este mazacote y el parque infantil en su exterior, donde los niños juegan ajenos al uso original de estos vestigios nazis ni la forma en la que fueron construidos. Un gran número de prisioneros de guerra fueron obligados a trabajar en condiciones infrahumanas para levantar estas y las demás torres. Hay asociaciones ciudadanas que reclaman utilizar estas instalaciones como memorial y homenaje a estos trabajadores forzados.




La única Flakturm que ha sido enteramente reconvertida es la situada en el parque Esterhazy y que actualmente alberga un acuario llamado Haus de Meeres (“la casa del mar”). Además, uno de sus muros se utiliza como pared de escalada. Esta torre era la Leitturm de su conjunto. En cuanto a la Gefechtsturm, situada en los cuarteles de Stiftskaserne, en el distrito 7, es la única que no se puede vislumbrar desde el exterior ya que se encuentra rodeada de edificios militares. Es solamente visible desde las ventanas de edificios cercanos.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la actualidad, todavía existe controversia entre la ciudadanía acerca del fin y el propósito de mantener estas torres levantadas. Hay gente que aboga por quitarlas de en medio inmediatamente, no solo por su significado, sino también por su estética y razones de seguridad (la Gefechtsturm está cercada por una valla por riesgo de desprendimiento de escombros). Por otra parte, hay también quien se opone a la demolición, tanto por el coste que conlleva como por mantener el recuerdo vivo de lo que ocurrió con fines pedagógicos para que jamás vuelva a desatarse la barbarie. Esto es un debate que también se da frecuentemente en España y otros países donde, por desgracia, hemos sufrido periodos de guerra y dictaduras.

¿Qué pensáis vosotros? ¿Veis sentido que estas torres y otros vestigios de la época nazi se conserven? ¿Conocéis más ejemplos de este periodo histórico en Viena o en otras regiones de Austria?

Aquí os dejo un mapa donde podéis encontrar las localizaciones de las Flaktürme:

 

3 comentarios:

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  2. Muy interesante! Conocía la de Augarten pero no el resto. Yo soy partidaria de mantener como monumentos y no olvidar la historia para que no se repita. Hice un proyecto sobre la cárcel de Carabanchel en Madrid (aunque finalmente la demolieron) que pretendía crear un espacio de arte y cultura, con un pequeño museo explicando las terribles consecuencias de la guerra y la posguerra. Hay que mantener viva la historia y aprender de ella

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    1. Hola Adri. Qué pena que al final no se pudo conservar Carabanchel como espacio cultural. Yo soy más bien partidario de conservar este tipo de lugares, como una forma de mantener vivo el recuerdo y homenajear a los que allí sufrieron y recordarnos hasta qué grados de crueldad pueden llegar los seres humanos bajo ciertas condiciones.

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