sábado, 5 de septiembre de 2020

Vuelta a la vida

Hemos cumplido ya nuestro primer mes desde que aterrizamos en Viena en aquel estado casi de shock, fruto de las experiencias vividas tras los últimos 5 meses en esta infame situación de pandemia. Ya estamos empezando a salir de esa especie de nube en la que nos sentíamos como si acabáramos de llegar de Plutón, por lo menos, y hasta una acera o un paso de cebra nos parecía motivo de celebración. Poco a poco nos vamos asentando en nuestro nuevo destino y volvemos a nuestras rutinas habituales, entre ellas, como no, la de escribir. A pesar de que los blogs llevan ya un tiempo de capa caída y que el número de lectores sigue decreciendo, no quiero perder esta costumbre, así que intentaré llevar este diario de bitácora “pa´lante” con la frecuencia y regularidad que el trabajo y otros menesteres me permitan.

Pónganse cómodos que empezamos.

 

Nuestras primeras impresiones y sentimientos asociados tras la llegada a la capital austriaca se comprenden mejor si se conocen las vicisitudes por las que tuvimos que pasar hasta llegar a este punto, y que relaté hace unas semanas en la última entrada de mi anterior blog, en Kuwait. Como aquí menciono, prácticamente todos los cambios son a mejor y nos producen una gran alegría. Aparte de poder volver a contar con zonas por las que podemos caminar, un transporte público en condiciones y otros aspectos que mejoran con creces nuestra calidad de vida, estamos contentos de volver a formar parte de una sociedad abierta de mente y tolerante. Seguro que hay excepciones y más de uno de los que ya lleváis tiempo tendrá alguna historia desagradable que contar, pero, tras haber estado en países donde la libertad de expresión y de credo están totalmente coartadas, y donde una simple muestra de cariño en público te puede generar un problema, el estar ahora mismo en Viena nos sabe a pura gloria, creedme.

 

Calle solo para peatones y bicicletas. Así da gusto ir al trabajo
Calle solo para peatones y bicicletas. Así da gusto ir al trabajo

Otra de las ventajas que más estamos disfrutando en estas primeras semanas de vida en Viena es lo fácil que es el acceso a parajes naturales por los que hacer senderismo y disfrutar de la naturaleza. Esto es, sin duda, una de las cosas que más echábamos de menos en nuestro anterior lugar de residencia. Aquí, a tan solo 40 minutos en transporte público, tenemos circuitos como el de la zona de Kahlenberg (a la que me gustaría dedicar una futura entrada) o un pedazo de parque natural como el Donauauen, al que ya le hemos echado el ojo. Todo un lujo para los que amamos este tipo de ambientes y actividades. Además, a esto hay que sumarle unas temperaturas que no pasan de 30 de máxima estos días, como para quejarse.

Y no podemos olvidarnos de los parques, como el icónico Prater

Un cambio notable en esta nueva etapa es el regreso a una vida “normal” en el sentido de que, tras más de una década trabajando y viviendo en sitios donde me lo daban casi todo hecho y me pagaban todos los extras (alojamiento, viajes, electricidad, internet, etc.), ahora vuelvo a la realidad y me toca apoquinar las facturas que me voy encontrando en el buzón (creo que no recibía una desde los tiempos en los que curraba en Lituania). Además, aquí se paga un alto porcentaje de impuestos, cosa que no me disgusta y que me parece justo teniendo en cuenta el nivel de calidad de vida que se disfruta en este país, que, por otra parte, ocupa el puesto 13 en el ranking de igualdad económica a nivel de distribución de ingresos con un coeficiente Gini de 0,272 (España, por ejemplo, está en el puesto 61).

 

En cuanto al tema del monotema, aquí los casos de COVID19 parecen estar subiendo en las últimas semanas, aunque el gobierno busca transmitir un mensaje de tranquilidad e insiste que la situación está bajo control. Esta pasada semana se ha puesto en marcha un plan en el que los diferentes municipios austriacos se clasifican en cuatro colores en función del número de contagios y el riesgo de propagación del virus. Viena está en el nivel amarillo, lo que puede traducirse en un aumento del uso de mascarillas en espacios públicos en los próximos días. Hasta el día de hoy, solo es obligatorio dentro de las tiendas, hospitales, edificios oficiales y en el transporte público. En el resto de lugares se percibe una relajación, quizás excesiva, con la gente disfrutando de bares, restaurantes y otros lugares de ocio con total normalidad, bailes “achuchaos” incluidos.

Zona de Copabeach, lo de la orilla de enfrente son todo bares

De momento, aquí lo dejo. Espero poder sacar tiempo y dedicar entradas a temas que pudieran ser de interés tanto para los que vivís aquí, como para la gente que se esté pensando venir para trabajar o viajar a este sitio una vez se relajen las restricciones y, por supuesto, para aquellas personas que se pasen por aquí simplemente para ver cómo nos va la vida y mantener el contacto, algo que siempre agradezco y valoro. Vuestro afecto es nuestra energía para seguir adelante.

 

Un saludo y hasta la próxima.


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