domingo, 20 de febrero de 2022

Un globo, dos globos, tres globos

Una de las aficiones que tenía cuando era niño era la de explorar mapas, ya fueran dentro de un atlas, un libro de geografía o en una bola del mundo. Me pasaba las horas trazando líneas invisibles con el dedo entre un continente y otro ante la mirada de extrañeza de los adultos, cuyas reacciones iban desde la curiosidad hasta la pena al ver a ese chiquillo raro del barrio que prefería la geografía, la historia y los comics a jugar al fútbol en la calle como los niños “normales”. Han pasado los años y sigo teniendo ese interés casi innato por la cartografía, por lo que disfruté de lo lindo hace unas semanas visitando el museo de los globos terráqueos de Viena (Globenmuseum), donde se expone la colección más grande del mundo de este tipo de objetos. Un sitio único al que dedico la entrada de hoy.





Inaugurado en 1956, la colección del Globemuseum ha estado siempre en permanente crecimiento. En estos momentos cuenta con más de 700 objetos relacionados con la geografía aunque solo se muestran al público unos 250. Además de esferas terrestres y celestiales de diferentes periodos históricos y materiales, se pueden apreciar también artefactos como los teluriones, que son representaciones de la tierra y sus movimientos alrededor de sus diferentes ejes, así como su distancia al sol, la luna y los planetas del Sistema Solar.




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entre las piezas más valiosas de esta extensa muestra se encuentran dos globos del geógrafo flamenco del siglo XVI Gerard Mercator, y las enormes esferas de 110 centímetros de diámetro del veneciano Vincenzo Coronelli, fraile franciscano que regaló estos preciosos objetos al emperador Leopoldo I de Habsburgo. Hay otras dos esferas de este reputado cartógrafo en la Prunksaal de la Biblioteca Nacional de Austria.



Aparte de la importancia a nivel histórico y también artístico, el museo incluye paneles con información interesante sobre geografía, astronomía y medio ambiente. También hay que destacar la comparativa entre las representaciónes de nuestro planeta en el siglo XVI y las actuales, donde se aprecian importantes diferencias y errores de medición (California se representaba como una isla hasta el siglo XVIII, por ejemplo) que se han ido corrigiendo a través del tiempo conforme han ido evolucionando la calidad y la precisión de los instrumentos.





En sus inicios, el museo de los globos terráqueos se alojaba en una de las alas del Hofburg, el palacio imperial, pero en 2005 la exhibición se trasladó a su lugar actual, el Palails Mollard, un edificio barroco del siglo XVIII, en la calle Herrengasse. Aquí también se encuentra el museo del esperanto, al que también se puede acceder con la misma entrada del Globenmuseum, y al que dedicaré una entrada diferente en el futuro.

Podéis encontrar más información sobre los horarios, precios de las entradas y visitas guiadas en la página oficial del museo: https://www.onb.ac.at/museen/globenmuseum 
 
Espero que si visitáis Viena tengáis tiempo para incluirlo en vuestra lista de sitios para ver porque no tiene desperdicio.





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