domingo, 14 de marzo de 2021

Quiénes somos, de dónde venimos, y a dónde vamos

 

Hace ya un mes que por fin se volvieron a abrir los museos en Viena. En esta ciudad tenemos para todos los gustos, desde pintura y cualquier disciplina artística, hasta los dedicados a personajes históricos, como Freud o Sisi, pasando por otros tan curiosos como uno de ilusiones ópticas o el museo de ritos funerarios. Nosotros estuvimos hace poco en el de Historia Natural (Naturhistorische Museum), un lugar único con una impresionante colección de ítems relacionados con ciencias naturales como la geología, la astronomía, la biología o la zoología, además de una sección dedicada a la época prehistórica. Además de conocer mejor los orígenes de nuestro planeta y las especies que lo pueblan, el museo acoge también exposiciones temporales dedicadas al cuidado del medio ambiente y el desarrollo sostenible.

Las primeras salas en el piso inferior, conforme se entra a la derecha, están dedicadas a los minerales y a las piedras preciosas, con especímenes procedentes de los más variados lugares del globo. La sala 5 contiene la colección de meteoritos más antigua del mundo, inaugurada con un ejemplar caído en Hraschina, en Croacia, que data de 1751. Tras pasar por la sección de los fósiles y los dinosaurios (siempre mi favorita en este tipo de museos), se llega a la parte de la paleontología. Aquí, sin duda, la pieza más preciada es la estatuilla de la Venus de Willendorf hallada en la zona del valle del Wachau, con una antigüedad de 25000 años.


















En el segundo piso se incluye un repaso exhaustivo de los seres vivos (algunos disecados y otros en formol) con los que compartimos este punto del universo llamado Tierra. Empezando por los microorganismos más simples como los protozoos, se pueden apreciar diversos ejemplares de especies, algunas ya extinguidas como el dodo, por ejemplo, hasta llegar a la sala de los primates. Entre las muestras más curiosas están la del okapi, la tuatara, el takin, el mono aye-aye de Madagascar, e incluso un dragón de Komodo. Pero a mí lo que más me impresionó fue ver una reproducción a tamaño real de un celacanto, vaya bicho.















Además del interés científico que despierta su enorme colección, el museo de Historia Natural de Viena también tiene un importante valor histórico, recogiendo el espíritu del periodo de la Ilustración y las primeras expediciones hacia tierras lejanas con el fin de impulsar el conocimiento y la investigación. Por otra parte, a nivel artístico, el edificio en sí es despampanante tanto por su fachada como su interior, con la pintura de “El Ciclo de la Vida”, de Hans Canon, en el techo como la obra principal.


 





















Os interese más o menos la historia de las ciencias naturales, la visita a este museo no deja indiferente a nadie. Eso sí, calculad una mañana entera si lo queréis recorrer sacándole el jugo. Aprovechad estos días los que estáis por aquí si todavía no tenéis plan para las próximas vacaciones de Semana Santa que, tal y como se ven los números de casos de COVID, no sería extraño que volvieran a echarle el cierre.

Aquí os dejo la página oficial del museo, con horarios, precios, y descripción de las salas, las cuales también pueden visitarse de manera virtual:

https://www.nhm-wien.ac.at


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