sábado, 23 de enero de 2021

Cadena de saberes

 

La lectura ha sido siempre parte de mi vida desde muy pequeño. Recuerdo cómo devoraba cada página de los libros y tebeos que siempre había en casa, y me pasaba las horas releyendo aquellas páginas e imaginando historias en mi cabeza. Vueltas al mundo en 80 días, corsarios negros, periodistas con tupé y perro, elige tu propia aventura… Por ello, siento especial cariño a aquellos proyectos relacionados con esta afición, como del que trataré en esta entrada.

Ya sabréis que en algunas ciudades del mundo existen rincones donde se pueden encontrar libros de segunda mano que la gente se puede llevar libremente, al tiempo que puede dejar allí las lecturas que ya ha completado, colaborando a mantener activo un trasvase permanentemente de conocimiento sin ningún intercambio económico de por medio. En Viena existe una asociación llamada Offener Bücherschrank (traducido como “Librerías abiertas”) dedicada, más que a la promoción de la lectura en sí, a la búsqueda de alternativas de intercambio de bienes sin necesidad de usar dinero. En esta entrada conoceremos algo más sobre esta iniciativa y otras librerías callejeras esparcidas por la ciudad.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

El proyecto de Offener Bücherschrank comenzó en 2010 con una librería en la intersección entre las calles Zieglergasse y Westbahnstrasse, justo en la esquina enfrente de un popular puesto de kebabs. El fundador de la asociación y máximo promotor de la idea es Frank Gassner, un artista local que construyó las estanterías con sus propias manos y que, salvando algunas donaciones, ha financiado la iniciativa con sus fondos personales.

Hay otras dos librerías que forman parte del proyecto de Gassner, una en el mismo mercadillo callejero de Brunengasse, y otra en la Zimmermanplatz, donde también hay un monumento dedicado al escritor Heinz Heger, autor del libro “Die Männer mit dem rosa Winkel” (Los hombres del triángulo rosa), que recoge las memorias de los supervivientes gay de los campos de concentración nazis.

Podéis encontrar más información en la web oficial (en alemán) de la asociación de Gassner: https://www.offener-buecherschrank.at/





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Además de las tres librerías callejeras mencionadas, existen otros lugares en Viena  donde se puede hacer intercambio de libros que, aunque no forman parte del proyecto de Frank Gasser, fueron surgiendo posteriormente inspirándose en el mismo. A veces se utilizan viejas cabinas telefónicas reconvertidas, o también bolsas de tela con lecturas dentro que se dejan colgadas en algún sitio. En este enlace de Wikipedia se puede encontrar el listado completo, tanto en la capital austriaca como en otros lugares del país. Algunas están abiertas las 24 horas del día, mientras que otras tienen un horario específico.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A decir verdad, no pude encontrar mucha variedad lingüística en las estanterías por las que pasamos. Solo di con obras escritas en alemán. El único libro que me encontré en inglés, y que al final me llevé a casa, fue una guía titulada “Enjoying Vienna”, escrita por la AWA (American Woman Association) de Viena. Es del 2008, pero sigue conteniendo información útil sobre la ciudad y algunos de sus rincones. En su lugar, dejé en el mismo sitio una copia de la versión en inglés de mi libro “Con estos ojos” (“With my own eyes”). Si alguien que está leyendo esto la encuentra, que la disfrute y que la siga pasando.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espero que os haya interesado la iniciativa y que podáis participar en ella. Quizás se pueda dejar algún rinconcito para la comunidad hispano-hablante en Austria para poder realizar este intercambio, a ver si hay gente que anime. En los próximos días dejaré algún libro más, pero esta vez en español.

Aquí abajo he dejado un mapa con las localizaciones de los puntos donde dejar y llevarse los libros basándome en el artículo de Wikipedia que he mencionado más arriba. 

 

Ya me contaréis, ¡buena lectura!

 


sábado, 16 de enero de 2021

Vigías de hormigón


Hubo un tiempo, del que mucha gente no quiere ni hablar, en el que Austria estuvo controlada por Hitler y las tropas del Tercer Reich, entre 1938 y el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Fue durante esta terrible contienda cuando fueron construidas unas monstruosas torres de cemento (las llamadas Flaktürme en alemán) con el objetivo tanto de defender a la ciudad de ataques aéreos como de refugiar a los ciudadanos en su interior haciendo las veces de búnker. Estas construcciones se mantienen en pie en Viena en tres partes de la ciudad como vestigio de uno de los periodos más tristes de la historia reciente del país.



Las torres antiaéreas fueron dispuestas en parejas, con una de ellas (Leitturm, literalmente “faro”) con funciones de vigilancia y radar para detectar enemigos, y otra torre (llamada Gefechtsturm o “torre de combate”) donde se colocaban los cañones antiaéreos o Flugabwehrkanonen, de donde viene la abreviatura Flak.

Quizás las más famosas y visibles sean las del parque Augarten, donde las enormes moles grisáceas contrastan con el apacible ambiente que se respira en el césped y en los caminos del complejo. Es aquí donde se encuentra la más alta de todas, de unos 55 metros, decorada con algunos grafitis, como el de “Never Again”, como recordatorio de que no debemos dejar que esos oscuros años se repitan.




No tan conocidas son las dos torres que hay en Arenbergpark, en el distrito 3. Una de ellas, la torre Gefechtsturm, se utiliza hoy día como almacén de obras de arte. Es también dramático el contraste entre este mazacote y el parque infantil en su exterior, donde los niños juegan ajenos al uso original de estos vestigios nazis ni la forma en la que fueron construidos. Un gran número de prisioneros de guerra fueron obligados a trabajar en condiciones infrahumanas para levantar estas y las demás torres. Hay asociaciones ciudadanas que reclaman utilizar estas instalaciones como memorial y homenaje a estos trabajadores forzados.




La única Flakturm que ha sido enteramente reconvertida es la situada en el parque Esterhazy y que actualmente alberga un acuario llamado Haus de Meeres (“la casa del mar”). Además, uno de sus muros se utiliza como pared de escalada. Esta torre era la Leitturm de su conjunto. En cuanto a la Gefechtsturm, situada en los cuarteles de Stiftskaserne, en el distrito 7, es la única que no se puede vislumbrar desde el exterior ya que se encuentra rodeada de edificios militares. Es solamente visible desde las ventanas de edificios cercanos.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la actualidad, todavía existe controversia entre la ciudadanía acerca del fin y el propósito de mantener estas torres levantadas. Hay gente que aboga por quitarlas de en medio inmediatamente, no solo por su significado, sino también por su estética y razones de seguridad (la Gefechtsturm está cercada por una valla por riesgo de desprendimiento de escombros). Por otra parte, hay también quien se opone a la demolición, tanto por el coste que conlleva como por mantener el recuerdo vivo de lo que ocurrió con fines pedagógicos para que jamás vuelva a desatarse la barbarie. Esto es un debate que también se da frecuentemente en España y otros países donde, por desgracia, hemos sufrido periodos de guerra y dictaduras.

¿Qué pensáis vosotros? ¿Veis sentido que estas torres y otros vestigios de la época nazi se conserven? ¿Conocéis más ejemplos de este periodo histórico en Viena o en otras regiones de Austria?

Aquí os dejo un mapa donde podéis encontrar las localizaciones de las Flaktürme:

 

sábado, 9 de enero de 2021

Hameau, la aldea perdida

 

Hemos empezado este 2021 de la misma manera que acabamos el año anterior, es decir, confinados y con las mismas restricciones que hace 2 semanas. La situación actual parece que se mantendrá al menos hasta el 24 de enero, aunque, viendo el nuevo aumento de casos tras la “salvación” navideña, no me extrañaría que el cierre de restaurantes, bares, tiendas y centros culturales se extendiera unos días más de lo previsto. Mientras tanto, nos siguen quedando las caminatas por la naturaleza, ya sea por parques en la ciudad o por espacios naturales, como las colinas que rodean Viena. Esta vez vamos a la de Hameau, dentro del parque Schwarzenberg (que significa “montaña negra”, en alemán), que en su día llegó a ser el jardín paisajista más grande de Europa.


Para llegar al punto de partida se debe tomar el tranvía 43 y bajarse en la última parada, Neuwaldegg, en los confines del distrito 17. Desde aquí comienza un circuito que acaba en el mismo lugar y que tiene una extensión de 10 kilómetros y medio (aproximadamente unas 4 horas incluyendo paradas para tomarse algo). La primera parte transcurre prácticamente en línea recta por un boulevard flanqueado por hayas y abedules, y algunas estatuas que formaban parte de lo que en su tiempo fue un majestuoso jardín, propiedad de la aristocracia austriaca. El parque pasó a ser de propiedad pública en 1958.


La subida hasta la cima de Hameau (termino francés que significa “aldea”) atraviesa ya la zona de bosque conocida como Wienerwald (“bosque de Viena”) con algunos tramos que pueden resultar escurridizos en días húmedos pero que no se hace para nada dura. En el punto más alto se conserva una de las cabañas que en su día poblaban la zona llamada Holländerdörfl, o “aldea holandesa”, ya que las casitas que aquí había estaban diseñadas al estilo holandés de la época, es decir, con un arbolito plantado enfrente de la cabaña. La única construcción que queda en pie es la que pertenecía al primer propietario de este terreno, el conde Franz Moritz von Lacy, aristócrata y militar del siglo XVIII. Hoy día, esta construcción se utiliza como refugio y, quizás también, como improvisado picadero.




El descenso desde el claro de la cabaña es muy sencillo y agradable, transcurriendo gran parte del camino por caminos pavimentados. Para los que coleccionáis los sellos del Hiking Pass, no os olvidéis de pasar por el restaurante de Häuserl am Roan, aunque tendréis que esperar unos días o semanas hasta que vuelvan a abrir (el día que fuimos acababa de entrar en vigor el cierre de la hostelería, por lo que nos quedamos con las ganas de sellar).



Restaurante Häuserl am Roan



Sigue en pie la idea de organizar algún recorrido con más gente, pero vamos a esperar a ver cuando se pueden volver a hacer reuniones sociales con normalidad. Estamos abiertos a diferentes propuestas. Por suerte, la oferta de senderismo en este país es inmensa, esta es una de las cosas que más valoramos aquí.

Espero que estéis teniendo un buen inicio de año. Muchos ánimos y paciencia, que ya mismo estamos otra vez de jarana.